Los ciclos vitales y sobre todo la maternidad, marca un antes y un después en la vida de una mujer, revolucionando cada aspecto de su ser, desde lo corporal y profesional, hasta lo mental, físico e incluso espiritual. El posparto es una etapa llena de demandas, caos y vulnerabilidad. Estar disponible para un bebé es una gran tarea y a largo plazo.

Participar en una Cerrada ofrece a la mujer puérpera un espacio de intimidad, cuidado, escucha y liberación. Es un abrazo profundo, un regreso a sí misma, donde se encuentran las partes más necesitadas, un bálsamo en medio de todas las experiencias vividas, donde se siembra y cosecha la propia sanación.